Friday, April 21, 2006

Las aficiones friquis

Todos tenemos una afición rara, ésa que ninguno de nuestros amigos comprende, porque dicen que no va con nuestro carácter. El caso es que mucha gente no comprende a las personalidades poliédricas, mahlerianas, capaces de disfrutar con lo sublime y lo vulgar.
En mi caso, entre otras de las que hablaré alguna otra vez, mi afición freak son las pelis de Steven Seagal.
¿Por qué Seagal y no van Damme, Chuck Norris o Vin Diesel? Para empezar, van Damme nunca sería rival para Seagal: todas esas posturitas son de bailarina. Encima con esos cortes de pelo que lleva últimamente, para mí que le hace agua la canoa, y eso no va con una peli donde se reparte estopa. Chuck Norris no mata más de lo estrictamente necesario: en el fondo es un predicador del puñetazo, un producto moralizante para americanos del medio Oeste. ¿Vin Diesel? Puach, otro producto light: por favor, ya ha hecho hasta de niñera.

Seagal, muy al contrario, es un nihilista, un tipo duro, un cabronazo que para hacer el bien no veas el mal que causa. Lo que se dice un Bush Jr. del cine, pero con más clase, inteligencia y sinceridad. Por eso me gusta.
Seagal tiene la media de muertos más alta del cine de acción. Y es particularmente cruel antes de rematar a sus víctimas: brazos rotos, muñecas luxadas, cuchilladas y desfiguraciones varias… Mata muy bien, el tío.
Además, es un actor de una extraordinaria coherencia. Ha dedicado su carrera a explorar personajes duros, misteriosos, auténticos anti-héroes. Nadie puede dudar de la grandeza de ese poli italoamericano experto en kung-fu, ese cocinero ex-Delta Force o el héroe de guerra adoptado por los cherokees.
Y encima, tras ser tiroteado y pasarse seis años en coma, vuelve a la vida, se pone en forma en dos semanas, se cepilla a Kelly le Brook y mata hasta el apuntador. ¿Quién más podría hacerlo?
Sólo él. Steven Seagal.

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