Saturday, July 21, 2007

Que vuelve García.


Quizá este asunto debiera de entrar en el repaso a mis tics de friqui, pero siendo justos, el titular pertenece a su protagonista.


-----------------------------------------Ojo al dato----------------------------------------------


Desde pequeños, mi hermano y yo terminábamos todas las noches escuchando a Supergarcía. Los fines de semana y en verano, a continuación venía Pumares, pero ésa es otra historia. Pasaron los años y me convertí en el único adolescente de España que no se había pasado a El Larguero. Soy un sentimental. Y eso a pesar de que en los 90 García se había transformado en un ente que en teoría no debía interesarme en absoluto. Continuaba haciendo el mismo programa desde hacía décadas (o siglos), con sus interminables monólogos, su prepotencia, su despotismo hacia sus colaboradores y esa inconfundible atmósfera de misa del fin del mundo que se había quedado desfasada años ha. Además habría que mencionar un detalle para nada pequeño, y es que el fútbol dejó de gustarme totalmente a mediados de los 90. No obstante mi hermano y yo manteníamos nuestro antimadridismo y las noches que regalaba García despedazando a ese club (con el que mantenía una relación sadomasoquista) eran inolvidables. Supergarcía, por encima de todo, era un showman que sabía dar a su audiencia lo que quería. Quien estaba a su lado o le caía bien era ensalzado. A los que no le bailaban el agua los ponía a parir. Quedaba así dividido el mundo entre buenos y malos, con un maniqueísmo casi tribal. Llegaba un punto en que el ensañamiento con los enemigos rozaba lo absurdo e inexplicable. También había rehabilitaciones y no faltaban las caídas en desgracia, al más puro estilo de las dictaduras. En este sentido, García se anticipó en la radio a los programas de televisión actuales, donde se permite el acoso y derribo de según quiénes. Luego estaban sus latiguillos, su aflautada voz de sátrapa de las ondas, sus remoquetes y motes. En fin, como escribía antes, un show guiado por un enano con una irresistible vena de humorista que se creía por encima del bien y del mal, habitual de los juzgados, amenazado repetidamente por los escarnecidos en su programa, aficionado a prácticas que rozaban lo mafioso para eliminar la competencia y que, viéndose como dueño absoluto del cotarro, llegó a meter la nariz en la crónica política (aspecto en el cual ha sido veleta como pocos) y a convertirse incluso en el Pepito Grillo del inefable presidente Aznar. La figura de García es denostable en muchos aspectos, pero fue fiel reflejo del estúpido mundo de vanidades, corrupción e ignorancia que es el deporte español. Él por lo menos divertía. Y para el españolito que le escuchaba en la radio por la noches en vez de cumplir con la parienta, lo que decía García iba a misa.


Sin embargo, a finales de los 90 su manera de hacer periodismo se quedó anquilosada y lo que es peor, en vez de odios, empezó a provocar hilaridad. En su etapa de Onda Cero sufrió las más mordaz de las críticas, que es la parodia y para colmo desde su anterior cadena. Además llegó la derrota definitiva de la audiencia. Y en la presidencia del Real Madrid ya no había uno de los típicos personajes del fútbol nacional, en general mafiosillos de medio pelo y usureros de barrio, sino un peso pesado con más conexiones que Endesa. García quiso enfrentarse a Florentino Pérez y dice la voz popular que Pérez fue quien consiguió que tuviera que elegir entre retirarse o permitir que le cortaran la cabeza.


Luego vino su enfermedad y hubo de desaparecer de la escena, pero bicho malo nunca muere, y lo escribo con cariño, y ahora parece que se ha restablecido y tiene hambre de protagonismo. Hace unos meses le censuraron una entrevista en TVE pero ya dejó entrever las nuevas batallas que piensa emprender. Desligado (o abandonado) de Aznar y de toda la jarcia con la que colaboró para derribar a González, García lanza andanadas a izquierda y derecha. Hace poco apareció en un infumable espacio de Telecinco (¿quizá la primera fase de la campaña de la cadena para un futuro programa?) . Pequeño, envejecido, dice ser otro hombre tras vencer a la muerte. Sin embargo, tras retratar el terrible panorama periodístico actual, se postuló como mesías y único camino hacia la verdad. Como siempre.






3 comments:

Barbebleue said...

Yo le seguí religiosamente hasta que lo echaron de la SER. Reconozco, desde la distancia de los años, que me provocaba adicción. Para los levemente agnósticos, era lo más parecido a escuchar a Dios.

Gino said...

Jamás habría creído que fuera usted de esos españolitos que "engañaban a su santa con García", Doctor Barbasazules.

Barbebleue said...

Por aquellos tiempos, en los que usted jugueteaba con el sonajero,
yo no tenía santa a quien engañar, ni santidad que ultrajar.